Los diagnósticos de los problemas de salud manifestados por los usuarios, no fueron constatados con informes médicos. La elaboración de un cuestionario semiestructurado para registrar experiencias subjetivas introduce la posibilidad de fuentes de confusión, por ejemplo: sesgo de selección de los participantes, sus expectativas, ausencia de controles con placebo y auto-evaluación de efectividad y tolerabilidad(21). Esto se manifiesta en la discrepancia entre la elevada tasa de efectividad del aceite de “cannabis” percibida por pacientes/cuidadores y el bajo contenido de cannabinoides hallado en las muestras analizadas. Los aceites consumidos por los pacientes que los consideraron muy efectivos (62% en Figura 4), tenían CBD por debajo de su LCM a excepción de uno de origen importado.
La elevada efectividad reportada supera ampliamente el efecto placebo presente al evaluar eficacia en ensayos clínicos que fue aproximadamente del 17% en ensayos con extractos de CBD(22,23). Tampoco puede descartarse que otros medicamentos de uso concomitante u otras sustancias presentes en las muestras de aceite (no analizadas) hayan contribuido en la alta tasa de efectividad percibida.
La mayoría de las muestras de aceite de “cannabis” analizadas provienen de la elaboración artesanal; no se corresponden con formulaciones estrictamente estandarizadas, ni de calidad o grado farmacéutico, que puedan asegurar la pureza y uniformidad de contenido del aceite (24). Se observó que los aceites elaborados artesanalmente poseían una gran variedad de procedencias. No obstante, no se puede descartar que algunos tengan el mismo origen, debido a la falta de un registro formal de los elaboradores y que no se pudo indagar al respecto.
Específicamente, en los aceites de “cannabis” utilizados para epilepsia refractaria se recomienda que sean de buena calidad y el CBD se encuentre en una concentración nunca menor al 96% con respecto al THC(25,26).
El Epidiolex®, único medicamento autorizado por FDA (autoridad sanitaria de Estados Unidos) para las convulsiones asociadas a la epilepsia refractaria (específicamente los Síndromes de Dravet y de Lennox- Gastaut) obtenido a partir del “cannabis” contiene un 99% de CBD (100 mg/mL)(20a fines del 2020, la autoridad sanitaria (ANMAT: Administración Nacional de Medicamentos y Tecnologías médicas) autorizó una especialidad medicinal similar o equivalente, el Convupidiol®, como tratamiento complementario de convulsiones asociadas con el Síndrome de Lennox-Gasteaut o el Síndrome de Dravet en conjunto con clobazam para pacientes desde los 2 años. El Convupidiol® constituye la primera especialidad medicinal obtenida a partir del “cannabis” de calidad farmacéutica y de producción nacional disponible en el mercado(30). Del total de pacientes que usaron aceites de “cannabis” para epilepsia refractaria (27% en Figura 2), un 70% manifestó que los aceites fueron entre muy o moderadamente efectivos. Estos pacientes utilizaron 17 aceites diferentes. El 35% de estos aceites presentaron niveles cuantificables de CBD, sólo dos tuvieron concentraciones comparables, aunque inferiores a los medicamentos a base de extractos estandarizados (Epidiolex® y Convupidiol®, los cuales contienen 10% P/V de CBD) (20,30). Estos dos aceites fueron adquiridos para uso compasivo por la vía de excepción. El 76% de los aceites usados para esta patología mostraron un contenido variable de THC entre 0,04 y 1,02 % P/V. Por otra parte, del total de muestras analizadas, el 81% presentó concentraciones cuantificables de THC. Se destaca que sólo dos aceites contenían valores alrededor del 1% P/V (con contenido de CBD < LCM), y fueron utilizados uno para fibromialgia y otro en epilepsia refractaria, con una percepción de alta efectividad. Solo uno de estos pacientes manifestó como evento adverso irritabilidad y conducta agresiva.
Globalmente, los cambios recientes en la regulación de “cannabis” y la aprobación de cannabidiol como medicamento, están acercando las barreras legales y el enfoque más centrado en el paciente y personalizado(21,24,33,35). La investigación clínica de su uso y los resultados en los pacientes deben ser registrados y documentados para favorecer la disponibilidad de evidencia(21,24,33,36). Incluso se discute si es apropiada la regulación, considerando las limitaciones de acceso para uso medicinal. Aunque se sostiene el requerimiento de un escrutinio riguroso de la evidencia, se sugiere un abordaje diferencial de las plantas medicinales respecto a otros ingredientes farmacéuticos activos, debido a su complejidad. Se plantea la batalla por el acceso al “cannabis” medicinal en términos de un derecho humano(23). No obstante, persiste la preocupación por los eventos adversos a largo plazo, en particular aquellos irreversibles en el desarrollo del cerebro, la necesidad de continuar investigando otros usos, así como su comportamiento en síntomas de ansiedad y depresión de los usuarios y la evaluación sistemática del “cannabis” medicinal en problemas de salud mental(15,16,21).
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